Qué onda, esos que me leen!
Pues hoy es un buen día para tocar un tema que ya traía en la
cabeza pero se había escondido entre la maraña de pendejadas que pienso a
diario.
Resulta que regreso gracias a un hecho acontecido el día
domingo. Pues les cuento que estaba conviviendo felizmente con mis primos en el
cumpleaños de una de mis sobrinas y mientras reíamos animadamente uno de mis sobrinos
osó decirnos "ya bájenle a su desmadre, bola de chavorrucos". (Oh no,
you didn't!)
Pues sí, pasó que mis primos lo mandaron muy lejos y
empezaron a cargarle pila como es costumbre en mi bonita familia, pero en mi
cabeza siguió retumbando la palabra.
"Los chavorrucos son esos individuos que se
quedaron atorados en una época maravillosa de sus vidas… el tesoro de la
juventud; etapa que por supuesto no quieren que termine ¡JAMÁS!"
No, no me ofende la palabra. Hasta ahora solo me producía
gracia pero de un tiempo para acá he estado analizando que pasa con la misma.
¿Porqué parece ser una ofensa que te llamen así? Chavorruco es, por definición,
una persona ya grande que se comporta como un chavito. Por la música que
escucha, su forma de hablar, las cosas que hace o quiere hacer, que anda
ligando gente más joven. Esto aplica para hombres y mujeres: chavarruca o
chavorruco, pero lo más notorio es en la ropa. No sé los demás chavorrucos,
pero en lo que a mí se refiere siempre me he vestido de la misma manera o
parecido.
Vamos entonces, pues a aclarar algunas cosas. Si, para el
trabajo uno se viste con las formalidades propias del lugar al que va. Eso es
obvio. Pero por otra parte, toda vez que abandonas tu centro de trabajo ¿cómo
es que vistes? Por lo menos yo, regreso a mis pantalones de mezclilla y las
blusas/playeras con las que me siento cómoda. He de admitir que en mi años
mozos amaba traer pantalones de pata de elefante totalmente rotos. Hoy en día
ya no es tanto así pero si mis pantalones "de casa" están ligeramente
rasgados, me siento más cómoda. Igual y solo son ideas mías, quien sabe.
Por otra parte, ¡la música! ¡Esa expresión de arte que te da
identidad, que te define, que te coloca! ¿Quien, en su inconsciencia se atreve
a reprocharte que te guste determinada banda de rock? ¿Quién tiene el valor
moral para objetarte que acudas a un evento de música y espetar que "ya
estás muy viejo para esos trotes"? Bitch please! Tengo la edad suficiente
para pagar mi propio boleto sin que papi o mami lo hagan y si se me da la gana
llevar la playera de mi grupo favorito nada en este mundo, escucha bien, ¡NADA
te da el derecho de juzgarme!
La chaviza desde su sobrevalorada "juventud" se
atreve a aventar la primera piedra y adjudicarse las modas con las que muchos
de nosotros crecimos, como quien descubre el hilo negro y te mira con reproche
y de forma desaprobatoria al dejarte llevar por la rola que canta ese grupo de
aquel bar al que acudes con tus amigos al final de una semana laboral jodidamente
pesada. Como te ves, me vi retumba en
mi cabeza.
Conozco gente muy responsable que conserva intacta su pasión
de juventud o de niñez: su afición por el futbol americano, por los cómics, por
los videojuegos, por el rock. Junta monos, te quiero amigo!
Entonces pues, no te sientas ofendido ni aludido. Abraza a tu
chavorruco interior y ámalo. ¡Eres tú y siempre serás tú! Es tu esencia y esa
no la va a destruir ningún trabajo de nueve a cinco, no hay ropa formal que
destruya lo que tú eres ni estación de radio conservadora que le quite el sabor
a las rolas que te hacían vibrar en la no tan lejana juventud. Excelente inicio
de semana, gente bonita!
Un mapache reivindicado