Qué onda, esos que me leen!
Este fin de semana vi de nueva
cuenta una película que me gustó mucho. Una de las cosas que más me gustó de la
misma es el villano.
Este personaje plantea la
posibilidad de un mundo mejor a través del genocidio (Aniquilación o exterminio sistemático y deliberado de un grupo social
por motivos raciales, políticos o religiosos.), señalando que al existir la
mitad de la población, las posibilidades de una mejor calidad de vida se
duplican.
Su lógica es perpetua y su causa
es la causa del bien común. No existe, en su intencionalidad, mal alguno: el
fin justifica por completo sus medios. Es, en los términos de su tarea
esencial, un salvador. Planteándolo desde esa perspectiva ¿cómo podemos asumir,
entonces, que se trata de un villano?
A diferencia de la gran mayoría
de villanos, este no es un hombre que busque venganza, que busque conquistar o
destruir simplemente por el placer de hacerlo. Él está convencido de que en
realidad es un héroe, el único ser del universo que está dispuesto a hacer lo
impensable para salvarlo. Incluso, como queda demostrado, está dispuesto a
hacer sacrificios personales para ver un mejor futuro.
Entonces pues, ¿que nos obliga a
creer que él es el malo y nuestros bien queridos héroes son los buenos? Si
tomamos en consideración lo que el filósofo neerlandés, Baruch Spinoza apunta
con respecto al bien y el mal, partiendo del hecho de que para el autor
llamamos “bueno” a lo que nos apetece y nos beneficia y “malo” a lo que nos
degrada o perjudica entonces pues, la apreciación en enteramente subjetiva. Es
decir, nos conviene pensar que este villano
está mal ya que estamos ante la posibilidad de formar parte de la mitad que
no subsista.
¿Qué pasaría entonces sí, dado el
supuesto, formaras parte de la mitad de la población superviviente? Existe la
posibilidad que, con el paso del tiempo, llegarás a considerar que este
supuesto villano en realidad si era
un salvador.
Con ese planteamiento, no
estaríamos ante una determinación inamovible, sino una percepción que depende
del ángulo que la mires.
Dicho a un plano más aterrizado, son
demasiados factores tanto internos como externos que influyen para determinar
que una supuesta y determinada situación sea apreciada como buena o mala.
Siendo así, no se puede casar uno con la idea de que una persona es enteramente
mala por las acciones que realiza hasta no conocer los motivos que fundan su
proceder. A la inversa, nadie puede ser apreciado como enteramente bueno sin
mirar a fondo su existencia.
Ya sé, mucho choro para un lunes
cualquiera. A veces me clavo en demasía, pero es que simplemente no puedo
evitarlo. Que tengan ustedes una excelente semana y que el amor llene siempre
sus corazones ;)
Un mapache existencialista