Qué onda, esos que me leen!
Hoy es un día muy bonito, básicamente porque estamos vivos y tenemos
salud y trabajo, familia, amigos, pareja, perro que nos ladre, vecino que nos
salude, compañeros de trabajo buena onda, etc. Y porque bueno, es día que celebra
a la profesión que yo tanto adoro, la mía: la abogacía.
Le cuento que vengo de una familia con tres tíos que se dedican a la
noble profesión y dos primos más, aparte de mi. Entonces pues, las leyes eran
algo que ya venía en la sangre. Recuerdo que estando ya en la preparatoria
seguía siendo una decisión complicada, aparte del derecho existían dos
profesiones que también llamaban mi atención.
Llegué a esta carrera por pura
nostalgia e idealismo. Me llevó a ella recordar a mi papá trabajando en su despacho,
la forma en la que se apasionaba cuando me hablaba de clasificaciones
arancelarias. El idealismo llegó cuando decidí que la abogacía podría influir
para tener un mejor país y no sería así con cualquiera de las otras dos
carreras.
Hasta el día de hoy me siento enamorada de mi carrera, adoro sentir el
mismo apasionamiento que sentía mi padre cuando hablo de la conciliación. Me
gusta pensar que desarrollar mi profesión en la administración pública sirve
para aportar mi granito de arena para hacer un mejor país. Sigo pensando que
las leyes si pueden hacer un mundo mejor.
Así las cosas, me regodeo en la dicha de ser la profesionista que soy y
pongo a su disposición este texto que todo abogado debe de conocer. Tengan
ustedes un excelente día!
A la
edad de 45 años, Eduardo Juan Couture Etcheverry, el gran jurista uruguayo,
impartió una conferencia en el Colegio de Abogados de Buenos Aires, reproducida
en el Boletín del mismo de 1949. Tiene como génesis un esbozo publicado en la
Revista de Derecho Procesal de 1948, de donde nace una pequeña obra jurídica
de enorme contenido ético, quizá de los más famosos textos de la literatura en
la materia, Los
mandamientos del abogado,
mejor conocido como El
decálogo del abogado.
La
relevancia de la obra de Couture se extiende a diversos ámbitos, pero el título
señalado ya de por sí indica por qué alcanzó gran reconocimiento entre las
principales figuras del mundo jurídico, pues es (se estima en el ámbito
legal) lo que todo abogado debe tener presente a lo largo de su vida
profesional.
Perfecto corolario de su conspicua
carrera, El decálogo del abogado es el fruto de sus años
como catedrático y escritor, de abogado postulante, de académico y ferviente
amante de la aplicación del Derecho, en especial del Procesal Civil. Quienes
tuvieron cerca a tan ilustre jurista pueden bosquejarnos el contexto en el que
para el doctor Couture fueron meditados sus mandamientos.
La genial obra del jurista uruguayo no es
únicamente válida para abogados, sino para el ejercicio de cualquier profesión
o, incluso, para la vida misma. Tantas veces reproducido, un portal jurídico
que se precie de serlo, no puede dejar de tenerla en su cabecera, siendo así
del tenor literal siguiente:
I.
Estudia. El
Derecho se transforma constantemente. Si no sigues sus pasos serás cada día un
poco menos Abogado.
II.
Piensa. El
Derecho se aprende estudiando, pero se ejerce pensando
III.
Trabaja. La
Abogacía es una ardua fatiga puesta al servicio de la Justicia.
IV.
Lucha. Tu
deber es luchar por el Derecho, pero el día que encuentres en conflicto el
Derecho con la Justicia, lucha por la Justicia.
V.
Sé leal. Leal
como tu cliente al que no puedes abandonar hasta que comprendas que es indigno
de ti. Leal para con el adversario, aun cuando él sea desleal contigo. Leal
para con el Juez que ignora los hechos y debe confiar en lo que tú le dices y
que, en cuanto al Derecho, alguna que otra vez debe confiar en el que tú le
invocas.
VI.
Tolera. Tolera
la verdad ajena en la misma medida en que quieres que sea tolerada la tuya.
VII.
Ten paciencia. El tiempo se venga de las cosas que se hacen sin su colaboración.
VIII.
Ten fe. Ten
fe en el Derecho, como el mejor instrumento para la convivencia humana; en la
Justicia, como destino normal del Derecho; en la Paz, como substitutivo
bondadoso de la Justicia; y sobre todo, ten fe en la Libertad, sin la cual no
hay Derecho, ni Justicia, ni Paz.
IX.
Olvida. La
Abogacía es una lucha de pasiones. Si en cada batalla fueras llenando tu alma
de rencor llegaría un día en que la vida sería imposible para ti. Concluido el
combate, olvida tan pronto tu victoria como tu derrota.
X.
Ama tu profesión. Trata de considerar la Abogacía de tal manera
que el día que tu hijo te pida consejo sobre su destino, consideres un honor
para ti proponerle que sea Abogado.
Un mapache jurídico.